De manera misteriosa hace tiempo que pienso en la influencia
que los deportes/deportistas tienen sobre las personas y el inconsciente
colectivo. Digo de manera misteriosa porque yo no soy aficionada a deportes, y
el hecho de ponerme a pensar en eso, o en intentar comprender la lógica que hay detrás de una
victoria o una derrota, me sorprende.
Hoy, echando un ojo a un libro del Dr. Hawkins y viendo cómo
se han desarrollado algunos acontecimientos deportivos últimamente, he ligado
algunas cosas.
Lo primero que me llama la atención es que hay deportes que
nos provocan una sincera admiración hacia el deportista que consigue un logro, un atleta, nadador, esquiador etc.; despierta en nosotros el
espíritu sanamente competitivo y de superación, porque intuimos la lucha heroica
que ha hecho por superar todas las barreras y limitaciones humanas, para
lograr lo que a veces parece realmente imposible.
Hay deportes como el fútbol, que además de despertar una
inmensa lealtad, pasión y orgullo hacia su equipo, también provoca a la bestia
que mora dentro de muchas personas, haciendo que ese espíritu sanamente
competidor se salga de la deportividad,
del respeto y entre en el terreno de la humillación del contrario, sea un
jugador o un aficionado.
Cuando un atleta logra batir un récord, muchas veces ha sido
después de entrar en un estado elevado de conciencia, como si hubiera estado
horas en meditación. Este estado aparece justo cuando el jugador, ciclista,
futbolista etc, llega a su límite. Traspasar esa barrera y percibir que ha
superado lo que conocía o imaginaba como su frontera, hace que de repente el
cuerpo se mueva solo, sin esfuerzo, con precisión, como si estuviera siendo
dirigido por una fuerza invisible.
Te presento a esa fuerza invisible: el Ser.
El Dr. Hawkins le llama “el Poder”.
El Dr. Hawkins le llama “el Poder”.
Podemos vivir desde el Poder o desde la fuerza. O lo que es lo mismo, desde el Ser, o desde el virtual humano; dese el Yo Superior o desde el Yo inferior, el Espíritu o el ego. El Poder, el Ser, es la fuerza a la que nada se opone, es esa influencia que hace que todo se mueva sin que tengas que hacer nada.
En las artes marciales, la motivación, los valores y los
principios, son casi más importantes que la preparación física. “Deje de usar la
fuerza”, dicen algunos entrenadores. El Ser superior debe dominar a su Ser
inferior para encontrar el equilibrio en todos los aspectos de su vida, no sólo en el deportivo.
Porque la verdadera grandeza en los logros deportivos, va a ser siempre la humildad. Humildad en su vida y soberbia en el terreno de juego, en la pista, en la cancha. Y el equilibrio entre humildad/soberbia sólo lo logrará expresando su gratitud y tomando conciencia de que sus resultados no provienen de él como cuerpo virtual que entrena mucho; sino que el máximo esfuerzo personal le llevó a
cruzar ese límite por él conocido, donde de manera casi mágica fue dirigido por un desconocido poder
mayor. Es ahí donde descubre que hay algo no humano moviendo su cuerpo de humano, su Ser. El Ser dirige, el cuerpo sólo actúa.
Un deportista puede comprobar fácilmente como actúan estos
dos poderes: Poder/fuerza, Ser/virtual, Espíritu/ego. Si durante un
entrenamiento está dándole vueltas a bajos pensamientos, preocupaciones, miedos
etc., verá cómo se va a debilitar. Estaría viviendo desde la fuerza/virtual/ego. Da igual si está participando en unas
Olimpiadas o haciendo footing por la calle.
Los bajos pensamientos son muchos: preocupaciones,
codicia, deseo de alcanzar la meta para despreciar al contrario, para ganar más
dinero, más fama, orgullo mal calibrado, o sea, referenciándose fuera para
sentirse mejor que el contrario etc.
Por el contrario, si esos pensamientos van hacia el honor de
su equipo, de su país, de su deporte, la dedicación o el regalo de su esfuerzo
a un ser querido o a su afición, o sea, el orgullo bien calibrado, ese deportista
va a sentir como se va a fortalecer de manera poderosa. Estaría en el Poder/Ser/Espíritu.
Me contaba una vez un ciclista que tras una "noche loca" de divertirse mucho, descansar y dormir muy poco durante un Giro, el Tour o la Vuelta, (ya no recuerdo), comenzó al día siguiente la carrera sabiendo que no iba a poder acabarla ni hacer nada por su equipo. No tenía fuerzas para nada. Cuando se hizo consciente de su flojera y se puso a pensar en lo que se la provocó, sus pensamientos giraban entorno a esa noche loca y divertida que había pasado. De repente empezó a sentir que la bici se movía sola, "como si no tuviera cadena". Ese día fue el ganador de la etapa.
¿Qué pasó? Se rindió, se olvidó de la meta, renunció a llegar, llenó su mente de pensamientos agradables (los de la noche loca), que le provocaban emociones de alta vibración, olvidó de la carrera, se limitó a pedalear y su Ser tomó el control.
¿Qué pasó? Se rindió, se olvidó de la meta, renunció a llegar, llenó su mente de pensamientos agradables (los de la noche loca), que le provocaban emociones de alta vibración, olvidó de la carrera, se limitó a pedalear y su Ser tomó el control.
Hemos visto muchas veces partidos, carreras, competiciones
etc, que “se dan la vuelta” contra todo pronóstico. ¿Cómo fue eso? Quizá empezaron
mal por sus bajos pensamientos, pero cuando esas metas egoístas se olvidan
porque sienten que ya lo tienen todo perdido, y se dedican a jugar simplemente
por el amor a lo que hacen, de manera misteriosa, todo mejora.
O al revés, todo
está de cara, cuando lo ven prácticamente ganado y se imaginan en el pódium,
con un montón de prensa, fama, dinero; o sea, cuando aparecen las expectativas
personales, les hace perder la fuerza, se debilitan y pierden lo hasta ahí
logrado.
Si damos rienda suelta a las más altas y altruistas
motivaciones, en lugar de dejarnos llevar por el interés hacia uno mismo, de
manera mágica, magnética, aumentará nuestro Poder por encima de la fuerza. Un
poder que supera con creces el de la habitual capacidad física, porque procede
de nuestro Ser.
El espíritu extremadamente competidor de algunos deportistas
y aficionados, debería girar hacia la admiración del oponente, ya que el
esfuerzo, el sacrificio y la dedicación que han hecho para llegar ahí, han sido
los mismos. Reconocer el trabajo del contrario, impregnaría el inconsciente
colectivo de amor incondicional, respeto, honra, honor, humildad y gratitud. Nos hace falta un poquito de eso ¿no?.
El verdadero poder atlético, el poder que proviene del Ser, se
caracteriza por la elegancia, la sensibilidad, la empatía y el equilibrio de
sus vidas fuera de la competición. Eso es lo que acaba convirtiendo a los
deportistas en líderes, en leyendas, porque el gran público percibe que por
encima de cualquier ambición estrictamente personal, el ciclista, el
futbolista, el atleta etc, es una persona completa movida por los más altos principios.
Por el contrario, si el deportista que ha alcanzado la victoria, se queda referenciado en lo que hace y no en lo que Es, se queda viviendo desde la fuerza (virtual, ego) y no desde el Poder (Ser, Espíritu), el día que deje de competir, o cuando la prensa deje de perseguirle, o aficionados de admirarle, se va a hundir. Porque si cree que él ES lo que hace, cuando deje de hacer, dejará de SER. Lo hemos visto muchas veces con deportistas que pasan de la gloria, a las drogas; de estar entre los dioses, a bajar a los infiernos.
El poder atlético, el espíritu olímpico, también está en
cada uno de nosotros, aunque no nos hayamos puesto unas zapatillas de deporte
en la vida. Superar la propia meta, el afán de crecimiento personal lo tenemos
todos, lo importante es hacerlo por nosotros mismos y no para medirnos,
humillar, o superar a los otros.
Los deportistas de élite tienen el poder de despertar esos altos valores dormidos en nuestra conciencia individual y el
inconsciente colectivo, porque el gran público no les admira por lo que tienen
o lo que pueden conseguir con su dinero o influencia, les admira por lo que
hacen y por lo que logran siendo lo que son.
O al menos, eso me gustaría.
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