"Dicen que el amor
hace girar el mundo pero el porno hace volar a la Red. Aparentemente, con
funestas consecuencias para los hombres."
¡Cuidado a los aficionados al porno en la red! El artículo del que os pongo un link al final, habla de los efectos negativos.
“Parece ser que el
exceso de pornografía nos baja la líbido en lugar de al revés. El efecto
Coolidge muestra que la dopamina se aburre con facilidad. El exceso de
estímulos sexuales genera un proceso de “insensibilización” en el que el
circuito de recompensa de nuestro cerebro responde cada vez menos a los
encantos del mundo real, donde es menos probable que dos modelos de 22 años
sacrifiquen su virginidad para agradecer un cambio de neumático. Sentarse a
mirar porno todos los días hace que cada vez nos haga falta mirar más porno
para conseguir el mismo grado de excitación. En otras palabras: cuanto más
porno, menos sexo.”
Y esto es una realidad palpable. Recibo cantidad de
llamadas de hombres buscando masaje “tántrico”, de “final feliz”, “relax manual”
… … y si no finalizan de esta manera para ellos “no es un masaje”. Con esto me muestran que su sexualidad está insatisfecha y mal canalizada. Otros venían a consulta con problemas de eyaculación precoz, malas erecciones, falta de lívido etc, y en la mayoría de los casos al rascar un poquito buscando el origen, casi siempre estaban la malas prácticas.
Si la vida
sexual de una persona no se vive plenamente, su salud física o emocional (o ambas)
se va a ver afectada siempre.
El porno se ha convertido en la escuela de muchos hombres y en la base de sus obsesiones. Luego la insatisfacción llega cuando tienen
relaciones con mujeres reales y ven que esa mujer “es una antigua” porque no le
gustan las cosas que se ven en el porno. ¡¡Y es que no nos gustan!!
Pero peor aún por muchas mujeres que aún sin satisfacerles
ciertas prácticas, acceden a realizarlas sólo por complacer al hombre. Eso es
una terrible falta de respeto por una misma. ¡Qué poco nos respetamos a
nosotras mismas!.
Hace poco leía algo que pareció horrible, pero es la
realidad de muchos muchos momentos sexuales: la mujer presta su cuerpo para que
el hombre se masturbe dentro de su vagina.
Por eso tantas mujeres se sienten aburridas, sin deseo, se
sienten usadas, aunque les de miedo reconocérselo a sí mismas. Se sienten así porque permiten
que el hombre descargue su frustración, su estrés, su ira dentro de ellas, mientras permanecen ajenas a lo que está pasando.
Veo en los sexshop el éxito que tienen los “lubricantes
anales con efecto anestésico” y me dan ganas de pegar en las manos a quien lo
compra. ¿Cómo le pueden poner un anestésico a algo que se supone te debe
producir placer? ¿Para insensibilizar? ¿No se supone que el sexo se compone de
sensaciones placenteras? ¿o es que en realidad esas sensaciones no son
agradables pero tú te obligas a tenerlas? ¿Para qué? ¿Para autocastigaste por
algo? ¿Porque no sabes decir no? ¿Por qué piensas que así la otra persona te
amará?
Hombres y mujeres necesitamos aprender a entendernos y
relacionarnos sexualmente de una manera sana y sincera. Pero antes debemos
trabajarnos internamente, saber qué buscamos con el sexo, que es lo que hemos
aprendido, que cosas hacemos de manera automática y que en realidad no queremos
hacer, porque quizá ahí estamos repitiendo un programa que no es nuestro, que viene
de nuestros padres.
La mujer debe liberarse de la competencia al hombre y
entender que no somos ni sentimos de la misma forma, debe encontrar su propia
esencia, su propia forma de sentir y equilibrar los excesos emocionales que
tanto daño nos hacen.
El hombre debe aprender a relacionarse de una manera
sincera, no por no dejar pasar una oportunidad, tiene que aprender a descargar
sus excesos en el gimnasio o haciendo footing, pero nunca a través de su
sexualidad, porque eso tarde o temprano, pasa factura.