El médico húngaro Hans Selye, concibió en 1936 la idea del Síndrome de Adaptación General (SAG), también conocido como “síndrome del estrés”. Lo describió como “la respuesta no específica del organismo ante cualquier demanda que se le imponga". Para entenderlo mejor, el estrés es un desequilibrio entre las demandas que percibe una persona y los recursos de que dispone para afrontarlas.
Es un proceso en el que el cuerpo pasa por tres etapas: primero hay una “señal de alarma”, a partir de la cual el cuerpo se prepara para “la defensa o la huída”. Ningún organismo puede mantener esta condición de excitación, por ello existe la segunda etapa que permite al mismo, sobrevivir a la primera; en ésta se construye una resistencia. Finalmente, si la duración del estrés es suficientemente prolongada, el cuerpo entra a una tercera etapa que es de agotamiento; una forma de envejecimiento debida al deterioro del organismo por mantener constante el desgaste durante la resistencia.
Aunque el estrés no es considerado como una enfermedad, sino una tensión física, mental o emocional, es ya la tercera de las causas por la que los españoles vamos el médico: alteraciones del sueño, dolor de cabeza, tensión muscular, cansancio, problemas digestivos etc. Pero no sólo altera nuestro organismo, también afecta a la conducta volviéndonos nerviosos, malhumorados e irritables.
Estas reacciones permiten evitar el peligro. A corto plazo, no son dañinas. Pero si la situación persiste, la fatiga resultante será nociva para la salud general del individuo. Periodos prolongados de estrés pueden ser la causa de enfermedades cardiovasculares, artritis reumatoide, migrañas, calvicie, asma, tics nerviosos, impotencia, irregularidades en la menstruación, diabetes, infarto, hipertensión, adicciones, conductas antisociales, disfunción familiar, agresividad …
Es un proceso en el que el cuerpo pasa por tres etapas: primero hay una “señal de alarma”, a partir de la cual el cuerpo se prepara para “la defensa o la huída”. Ningún organismo puede mantener esta condición de excitación, por ello existe la segunda etapa que permite al mismo, sobrevivir a la primera; en ésta se construye una resistencia. Finalmente, si la duración del estrés es suficientemente prolongada, el cuerpo entra a una tercera etapa que es de agotamiento; una forma de envejecimiento debida al deterioro del organismo por mantener constante el desgaste durante la resistencia.
Aunque el estrés no es considerado como una enfermedad, sino una tensión física, mental o emocional, es ya la tercera de las causas por la que los españoles vamos el médico: alteraciones del sueño, dolor de cabeza, tensión muscular, cansancio, problemas digestivos etc. Pero no sólo altera nuestro organismo, también afecta a la conducta volviéndonos nerviosos, malhumorados e irritables.
Estas reacciones permiten evitar el peligro. A corto plazo, no son dañinas. Pero si la situación persiste, la fatiga resultante será nociva para la salud general del individuo. Periodos prolongados de estrés pueden ser la causa de enfermedades cardiovasculares, artritis reumatoide, migrañas, calvicie, asma, tics nerviosos, impotencia, irregularidades en la menstruación, diabetes, infarto, hipertensión, adicciones, conductas antisociales, disfunción familiar, agresividad …
¿Cómo debemos enfrentarnos al estrés?
Entre los consejos que nos dan los especialistas en gestión de estrés, están los siguientes:
- Con ejercicio físico, que produce serotonina, la llaman la hormona de la felicidad. Son muy útiles también los ejercicios respiratorios, los estiramientos.
- Intentar llevar una vida ordenada en cuanto a horas de sueño, trabajo y descanso. Sería ideal poder dedicar 8 horas a cada cosa.
- Recargar el organismo de energía, disfrutando del tiempo libre con las actividades preferidas, o en compañía de personas que no "nos obliguen a interpretar ningún papel".
- El masaje, el contacto de la piel con las manos, es uno de los mayores aliados para afrontar el estrés. No sólo nos proporciona el alivio de esos primeros síntomas como los dolores de cabeza, tensión muscular etc.; sino que a través de las manos, el terapeuta nos está regalando esa energía vital que nuestro organismo pierde al enfrentarse al estrés.
Colocar las manos sobre el cuerpo, para reconfortar o disminuir el dolor, es un instinto humano.
(...sana, sana, culito de rana, si no sanas hoy, sanarás mañana.
Sana, sanita, bolita de gato, si no sanas ahora, sanarás en un rato...).
Por favor, no te acostumbres al estrés, ya ves que tiene graves consecuencias.
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